Sat Nam,
Hay prácticas espirituales que conquistan, no hay forma de expresarlo con más sinceridad. Cada uno de nosotros, según nuestra vibración, encontramos un camino que nos llama y que nos permite, por medio del enamoramiento, dar continuidad a una práctica espiritual que nos va liberando de formas de pensar y sentir antiguas, que ya no nos funcionan.
Para mí, la práctica del Shabad Gurú ha sido este camino que me ha conquistado desde lo más profundo de mi interior y me ha llevado de la mano a mostrarme de frente mis propios karmas, y el camino para liberarlos, que siempre ha coincidido con el camino del perdón.
De todos los mantras y Shabads que he practicado, hay dos o tres que siempre vuelven, como viejos amigos que, aunque deje de ver, vuelven como si el tiempo no hubiera pasado. So Purkh es uno de estos mantras, que siento muy cercano y que me ha traído muchas bendiciones.
Historias tengo miles para compartir, pero el espacio es pequeño. Así que quiero compartir una de las historias que más me ha impactado y que me mostró la infinita bondad de esta ciencia milenaria del sonido.
Muchas de ustedes practicantes de So Purkh, saben que la relación de una mujer con su padre es sumamente importante para la creación de la identidad de ella y del concepto que tiene sobre cómo se encuentra ella en la estructura total de la vida, qué papel cumple, qué se merece y qué no.
La verdad es que con el tiempo, esos objetivos que uno se propone cumplir cuando empieza una práctica espiritual específica, se van diluyendo mientras otros procesos inesperados toman la delantera. Se va despejando la consciencia de que la verdadera bendición no es obtener tal o cual objetivo por medio de un mantra, la bendición consiste precisamente en conectarse con el mantra, el resto del trabajo lo realiza él, sin necesidad de que le digamos que cosa o situación necesitamos sanar. ¿Quién más que la divinidad sabe donde se han originado nuestras heridas?.
Hace muchos años había yo vivido una situación con mi padre que me había desintegrado la imagen que tenía de él. La decepción y la rabia se convirtieron en mi proyección hacia él, sumado a la imposibilidad de comentar esta situación con alguien y mucho menos exponerle a él mi desencanto y la razón de mi rechazo. Este episodio fue quedando en el fondo de mi memoria, pero inconscientemente habia empezado yo internamente una guerra con él, sin razón aparente, pero había algo que mí que reclamaba. Esta es la manera como en el huracán de la vida, nuestros dolores van quedando relegados al fondo del subconsciente, desde donde continuan ejerciendo influencia sobre nuestras acciones y desiciones.
Esto no estaba en mi consciencia hasta que el poder del mantra So Purkh me lo reveló. El desgaste energético de tantos años de frustración por no haber podido expresar lo que representó para mí este episodio. Y hubo una noche en que algo hizo click en mi consciencia. De repente comprendí con todas las células de mi ser, que mi padre es un ser humano, como cualquiera, que comete errores y que acierta. Y que si bien las acciones de este ser humano me hirieron en esta situación específica, existe una presencia paterna universal a la que todos tenemos acceso, y todos los desaciertos, debilidades, maltratos, etc, que nuestro padre terrenal hubiera podido haber cometido, quedan totalmente anulados frente a la luz poderosa de la protección, fuerza, apoyo, y guía incondicional del Padre Eterno.
Sat Nam
Har Rai Kaur